Me comentó… Que no todo se explica. No todo tiene respuesta. Que no todo tiene sentido. No todo es justo. Que no todo es lógico.
Y entonces entendí: Que la vida no es un rompecabezas perfecto, sino un viaje lleno de silencios, vacíos y misterios.
Que no se trata de encontrar siempre la razón, sino de aprender a respirar en la incertidumbre. De caminar, aunque el camino no esté claro. De seguir amando, aunque la vida no siempre sea justa.
Y al final me dijo:
-“Aprende a vivir con eso. No como resignación, sino como libertad. Porque aceptar lo que no podemos cambiar, nos permite abrazar, lo que sí depende de nosotros».