Era agosto en Córdoba, lo cual equivale a vivir dentro de un horno moruno… con WiFi y sin compasión. Donde el calor no da tregua, el asfalto se derrite como queso curado, y las chanclas hacen chof de puro sudor
Las calles del centro brillaban como si estuvieran hechas de oro fundido, y los turistas» caminaban en cámara lenta, como zombis simpáticos con gorras.
Allí llegaba un grupo internacional con su guía, Rafi, una cordobesa con arte, salero, y un abanico que podría despegar un helicóptero.
—¡»Bienveníos» a Córdoba, la ciudad donde el sol no da sombra ni por error! – saludó Rafi mientras se bebía un botellín de agua sin abrirlo.
El plan del día era simple: ver la Mezquita-Catedral, pasear por el Alcázar, y no morir derretidos en el intento.
En el grupo venían:
Claudia y Marco, unos italianos que pensaban que ya conocían el calor. Hasta que sudaron por dentro.
Una familia sueca, rubísimos y entusiasmados, que llegaron blancos como leche y a los 15 minutos ya eran “color jamón”.
Todd, de Australia, que dijo:
-“This is not hot, mate.”
Y dos horas después estaba abrazado a una fuente llorando como si viera el final de una telenovela.
Al llegar a la Mezquita-Catedral, Rafi anunció con alegría:
-¡Aquí dentro hace fresquito, eh! ¡Unos 29 grados nada más!
Los turistas aplaudieron. Uno incluso se arrodilló.
– “¡Gracias, oh piedra bendita y fresquita!” decía mientras se pegaba la frente a una columna de la Mezquita.
Pero el verdadero drama fue el paseo por los Patios.
-¡Qué bonitos los geranios! -decía una señora mientras los geranios se marchitaban de puro calor.
En uno de los patios, un gato cordobés los miraba desde la sombra y pensaba:
-“Guiris… valientes pero ignorantes.”
Cuando cruzaron el Puente Romano, el suelo estaba tan caliente que una suela se quedó pegada y la otra se evaporó. Un niño intentó sentarse en un banco y se quedó pegado por la nalga izquierda. Hubo que despegarlo con abanicos y salmorejo frío.
Finalmente, Rafi los llevó a una terraza con toldo, ventilador, y jarras de gazpacho como si fueran botellas sagradas.
– Bueno, habéis «sobrevivío». ¡Podéis ponéroslo en el currículum! – dijo Rafi mientras brindaban.
Y así, ese grupo de turistas, medio cocidos, medio vivos, se fue con fotos borrosas, recuerdos sudados, y la frase favorita del viaje:
-“¡Esto no es calor… ESTO ES CÓRDOBA EN AGOSTO, MI «ARMA”!
Haha we were there in October so it was only hot, not August hot 😊 Mqggie
¡Ah, in October…! Well, the heat is more «civilized.» The kind that makes you sweat elegantly, unlike in August, which is basically living inside an oven😥. Big hug, Maggie.