El Amor No Pide Permiso.
El amor sincero vive en el pecho,
firme, tranquilo,
como un recuerdo que late sin pedir permiso,
hermoso, suave y poderoso a la vez.
No exige presencia,
no reclama palabras,
solo existe…
silencioso, constante, inmenso.
Habita en los gestos que ya no se repiten,
en los momentos que la memoria cuida con ternura.
Aunque el tiempo pase,
aunque la voz se calle,
sigue ahí:
como una llama discreta,
como una promesa sin ruido,
como una verdad que no se olvida.
No hace falta estar cerca.
Ni el tiempo, ni la distancia, ni el silencio
apagan lo que el corazón siente.
Amar con el alma es no soltar jamás.
Aunque no se hable, aunque no se vea,
el recuerdo guarda intacto
lo sincero, lo real, lo verdadero.
Y en ese rincón del alma,
el amor sigue respirando,
despacio, tranquilo…
pero siempre vivo.
Rovica.
