Los humanos inventaron los espejos, y luego empezaron a usar filtros porque el espejo era «demasiado honesto.»
Los humanos inventaron el espejo para encontrarse con su reflejo, para tener frente a sí la confirmación de su propia existencia. Sin embargo, pronto descubrieron que esa superficie lisa era demasiado honesta: devolvía arrugas, cicatrices, sombras y verdades que no siempre se querían mirar.
Entonces nacieron los filtros. Primero invisibles, gestos, máscaras sociales, palabras bien elegidas, y después digitales… en pantallas que ya no devuelven rostros, sino versiones retocadas de ellos; una manera de suavizar la realidad, de embellecer lo imperfecto, de ocultar lo que duele o incomoda. El filtro no es sólo digital, también es social: es la sonrisa que tapa la tristeza, la pose que oculta la inseguridad, la palabra elegante que maquilla un silencio incómodo.
El espejo nunca fue el problema. El problema son los ojos que ya no saben mirarlo sin miedo y…Lo difícil es aceptar que reflejar la verdad tal como es, no necesita adornos para ser digna.
Rovica.
