El silencio ruge.
Devora el aire,
veneno que aprieta el pecho,
arrastra palabras a ceniza.
El silencio, no golpea,
pero quiebra, hunde.
No grita,
pero somete, manipula.
Vacío que desgasta.
Obliga a mendigar culpas
que no existen.
Camino entre ruinas,
intentando reconstruir
la confianza devorada
por el monstruo invisible.
Callar para dominar
es incendio en la piel,
tormenta que arrasa
cada esperanza.
El silencio no siempre es paz:
puede ser, guerra en la sombra,
monstruo que habita el alma,
deteniéndose
solo cuando el grito de angustia
rompe la noche.
Rovica.