Hay días en que es necesario y muy saludable pararse un momento y respirar. Cerrar los ojos y sentir el viento en la cara, que la sangre de calor a la esperanza y fluya de nuevo por nuestras venas; dejar que la vida se detenga un instante, nos dé un minuto de tregua para volver a levantarnos con ganas e ilusión y después continuar con más fuerza hacia adelante…