Todo comenzó un lunes, como comienzan las cosas que nadie quiere enfrentar. Claudia tenía una colección de plantas en su apartamento. Tenía una monstera llamada Ramón🌿, un cactus llamado Dolores🌵, y una suculenta muy callada de nombre Gregorio🪴.
Les hablaba, les cantaba, incluso les contaba sus problemas amorosos. Las plantas, como era de esperarse, no decían nada. Hasta que un día, una mañana mientras Claudia regaba a Ramón, él gruñó:
-¡Ya basta de tanta agua! ¡Esto no es una piscina, es una maceta!
Claudia se congeló, patidifusa y boquiabierta 😯, dijo:
-¿Qué…😯?
-¿Acaso crees que todos necesitamos lo mismo? -intervino Dolores el cactus- ¡Yo tengo retención de líquidos!
Gregorio solo levantó una hojita y señaló un cartel que decía:
-“Huelga verde🍃🌿🪴🌵🍀🌱. ¡Exigimos fotosíntesis digna”!.
Desde ese día, Claudia vivió aterrada. Las plantas tomaron el control. Cambiaron su playlist, diciendo en voz alta:
-«¡No más reguetón en la sala!», dijo Ramón.
Le bloquearon el acceso al balcón y empezaron a enviar correos a Greenpeace en su nombre.
Un día, Claudia decidió actuar. Fue al vivero y compró una planta carnívora.
-¡Que venga el equilibrio!- dijo.
Esa noche, la planta carnívora miró a los demás y… se unió al sindicato.
Claudia ahora vive en el baño. Y la monstera Ramón, es el nuevo presidente del consorcio del edificio🌿.