La abuela, esa figura sagrada entre el potaje, el rosario y el poder absoluto del «come niña, que estás en los huesos», aunque peses 1000 kilos.
Mi abuela es una abuela con más mando que un alcalde, en la familia le decimos “la Generala”, porque cuando da órdenes se cumplen sin rechistar.
Es de esas abuelas, con una valentía intrínseca y más sabiduría y fortaleza que Catalina la Grande, moño hecho en 4 segundos, y zapatillas de las que no hacen ruido, pero lo oyen tó.
Pues un día, a mi madre se le ocurrió regalarle un microondas…
-«Mamá, para que calientes la comida sin tener que encender la cocina», le dijo mamá.
Y mi abuela, que lo miraba como si le hubieran traído un ovni con botones, le suelta:
-«¿Y eso calienta sin fuego? Eso es del demonio, niña.»
Total, que lo enchufamos, le explicamos cómo va. Le pusimos un tazón de leche para que viera cómo funcionaba.
Cuando sonó el “pip pip pip”, mi abuela pegó un salto:
-«¿Eso ha sido el microondas o me han llamado de arriba?»
Y desde ese día, el microondas no se ha usado más. Lo tiene en la cocina… pero con el tapete de ganchillo encima, un jarrón con flores, perejil y una estampita de San Pancracio.
-«Pa’que no me eche malas ondas,» dice.
Y cuando le preguntan:
-«Abuela, ¿no lo usas?»
Ella contesta:
-«¿Pa’ qué? Si la comida caliente no engorda menos. Y además yo caliento el puchero, como Dios manda. El sabor de microondas sabe a sofá mojado.»
Y ojo, que un día vino la vecina a decir que su microondas se había roto y mi abuela, toda digna, dice:
-«Eso te pasa por confiar en cosas sin alma. Donde esté un hornillo de gas butano, que se quite la NASA.»
Abuela no quiere internet, no tiene móvil (solo el fijo con cuerda enroscá), y se orienta por el sol, por el canto de los pájaros y por los gritos de la vecina del tercero.
Eso sí… si te ve con cara triste, te mete en el cuerpo un plato de lentejas, un filete empanao y un arroz con leche que te «reanima» mejor que un desfibrilador.
¡Qué filosofía más sabia la de nuestras abuelas!
Totalmente de acuerdo. Con su sencillez nos enseñan más que mil libros. Transmiten la sabiduría de la experiencia, con consejos fáciles, pero siempre de profundo y gran valor. Buen finde M. Carmen. Un abrazo.
Piękna, mądra i ciepła historia 🙂
Dziękuję Ci bardzo, Joanno. Ściskam.🌼😊