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  • Última modificación de la entrada:20/10/2022

 

 

 

El señor Pio Nopia era un hombrecillo de cara simpática y sonriente que tenía una tienda de pajaritos. Era una pajarería muy especial, en la que todas las aves caminaban sueltas por cualquier lado sin escaparse, y los niños disfrutaban de sus colores y de sus cantos. Tratando de saber cómo lo conseguía, el pequeño Nico se ocultó un día en una esquina de la tienda. Estuvo escondido hasta la hora del cierre, y luego siguió al pajarero hasta la trastienda.

Allí pudo ver cientos de huevos agrupados en pequeñas jaulas, cuidadosamente conservados. El señor Pio Nopia llegó hasta un grupito en el que los huevecillos comenzaban a moverse; no tardaron en abrirse, y de cada uno de ellos surgió un precioso ruiseñor. Fue algo muy emocionante, Nico estaba como hechizado, pero entonces oyó la voz del señor Pio Nopia. Hablaba con cierto enfado y desprecio, y lo hacía dirigiéndose a los recién nacidos: «¡Ay, miserables pollos cantores…ni siquiera volar sabéis, menos mal que algo cantaréis aquí en la tienda!» Repitió lo mismo muchas veces. Y al terminar, tomó los ruiseñores y los introdujo en una jaula estrecha y alargada, en la que sólo podían moverse hacia adelante.

A continuación, sacó un grupito de petirrojos de una de sus jaulas alargadas. Los petirrojos, más creciditos, estaban en edad de echar a volar, y en cuanto se vieron libres, se pusieron a intentarlo. Sin embargo, el señor Pio Nopia había colocado un cristal suspendido a pocos centímetros de sus cabecitas, y todos los que pretendían volar se golpeaban en la cabeza y caían sobre la mesa. «¿Veis lo que os dije?» -repetía- » sólo sois unos pobres pollos que no pueden volar. Mejor será que os dediquéis a cantar»… El mismo trato se repitió de jaula en jaula, de pajarito en pajarito, hasta llegar a los mayores. El pajarero ni siquiera tuvo que hablarles, en su mirada triste y su andar torpe se notaba que estaban convencidos de no ser más que pollos cantores. Nico dejó escapar unas lagrimitas pensando, en todas las veces que había disfrutado visitando la pajarería. Y se quedó allí escondido, esperando que el señor Pio Piano se marchara.

Esa noche, Nico no dejó de animar a los pajaritos. «¡Claro que podéis volar! ¡Sois pájaros! ¡Y sois estupendos! «, decía una y otra vez. Pero sólo recibió miradas tristes y resignadas, y algún que otro bello canto. Nico no se dio por vencido, y la noche siguiente, y muchas otras más, volvió a esconderse para animar el espíritu de aquellos pobre pajarillos. Les hablaba, les cantaba, les silbaba, y les enseñaba innumerables libros y dibujos de pájaros voladores «¡Ánimo, pequeños, seguro que podéis! ¡Nunca habéis sido pollos torpes!», seguía diciendo.

Finalmente, mirando una de aquellas láminas, un pequeño canario se convenció de que él no podía ser un pollo. Y tras unos pocos intentos, consiguió levantar el vuelo… ¡Aquella misma noche, cientos de pájaros se animaron a volar por vez primera! Y a la mañana siguiente, la tienda se convirtió en un caos de plumas y cantos alegres que duró tan sólo unos minutos: los que tardaron los pajarillos en escapar de allí. Cuentan que después de aquello, a menudo podía verse a Nico rodeado de pájaros, y que sus agradecidos amiguitos nunca dejaron de acudir a animarle con sus alegres cantos cada vez que el niño se sentía triste o desgraciado.

Moraleja: Una autoestima fuerte es el pilar que se necesita para conseguir todo lo que se proponga. Sin embargo, a veces, las opiniones de otros o alguna mala experiencia, hacen que se piense más en las limitaciones o defectos que en las fuerzas que tod@s llevamos dentro..

De la Web.
Publicado por: Rovica.

pionipio

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Giada

    Maravilloso cuento y morales! Mil gracias por compartirlo con nosotros! 🥰🙏🏾🌹😘❤💖🤗💖

    1. Rovica

      Me alegro mucho que te haya gustado amiga Ylenia. Un abrazo grande 🥰🥰

  2. Hoy día esa autoestima está muy influenciada por muchas cosas. Has de tenerla muy alta para no hacer caso de nada ni nadie, tan solo de ti, pero es posible hacerlo. Todo es proponérselo. Un abrazo.

    1. Rovica

      El amor propio es esencial y fundamental. Hay una frase que me gusta, 🤔creo que es de Oscar Wilde: “Quererse a uno mismo es el principio de un amor para toda la vida.” Y pienso que es absolutamente cierto. En definitiva, tener autoestima es sinónimo de valor y superación. Un abrazo grande.

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