Ayer, hablando con alguien importante, me comento algo que, en verdad, me hizo reflexionar profundamente, dijo:
«A veces la vida, casi sin darnos cuenta, nos va apagando poco a poco. Nos volvemos duros, casi fríos, cubiertos por la sombra de la costumbre. Entre rutinas, trabajo, compromisos y prisas, se nos olvida sentir. La costumbre convierte la vida en paisaje, donde los ojos miran sin ver.
Pero tú no viniste a este mundo para vivir mecánicamente. Viniste a brillar, a emocionarte, a dejar que la vida te atraviese. Cada latido es un recordatorio de que sigues aquí, presente, llena de vida.
No te hace falta un corazón nuevo, solo el valor de usar el tuyo sin miedo. Abre el pecho, respira profundo y permite que la emoción te despierte. Eres fuego, magia, esencia, energía… y mereces vibrar con quienes te aman tal como eres.
No te conviertas en la sombra de la costumbre. Recuerda que estás hecha de luz».
Rovica.


