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  • Última modificación de la entrada:27/04/2022

 

 

Un escrito  formidable que nos debería llevar a reflexionar profundamente. Por lo que pasaron nuestros mayores para poder dejarnos un mundo mejor y que, quizás, no sabemos aprovechar y comprender las responsabilidades que corresponderían, a cada una, de las posteriores  generaciones.

NOS HICISTEIS DÉBILES
Los quisisteis tanto, que nos hicisteis débiles. Reservasteis para vosotros los malos tragos, las maletas de cartón, las medias suelas en los zapatos. Aguantasteis guerras y posguerras. El hambre en pucheros de miseria, los piojos, los sabañones. El miedo pegado a la mirilla. Las casas llenas de fotos tristes. Enterrasteis a vuestros muertos con paladas de llanto y silencio.

Vestisteis un luto tras otro, la mirada baja, las manos heladas. Subisteis a trenes negrísimos, kilómetros y kilómetros en vagón de tercera, vendimias, fábricas inmensas, lluvias que enlazaban con más lluvia e inviernos que duraban todo el año. Y todo eso fue para sobrevivir y dar la entrada de un piso. Para regalarles a sus hijos una cuna con colchón de lana, un cubierto con sus iniciales, un pupitre en la escuela, unos patines, una tarta de cumpleaños, un juguete -o dos- de los Reyes Magos, una quincena en la playa, un paquete de pipas, unas botas de agua o una canción dedicada en la radio, el dia de su santo.

Los mimasteis como ni vosotros mismos sabíais que podíais hacerlo.  Le enseñasteis el verbo estrenar, para el domingo de Ramos, para las bodas y las comuniones. Le comprasteis la mochila para los campamentos y os «estirasteis» a más no poder, para apuntarlos a actividades extraescolares. Se lo pusisteis fácil con una póliza de decesos con la que deciros adiós, sin manchar las manos de tierra.  Les llenasteis de Cola Cao el tazón del desayuno y de naranjada el vaso de la merienda.

Nosotros, escolares de bollo y chocolatina, nunca conocimos qué era repartirse un huevo frito en la cena, ni sospechamos que, unas cuantas décadas atrás, la gente saliera de casa con un bocadillo envuelto en periódico camino del tajo y, luego, con el cansancio de la jornada, estudiar en cursos nocturnos para adultos. Los zurcidos quedaban en vuestros calcetines y en los abrigos, a los que dabais la vuelta, para alargarles la vida.

Salimos blandos para la contrariedad. Salimos malcriados. Para nosotros, la aspereza de la supervivencia era una aventura de personajes de película, que siempre, terminaba bien. Creímos que, luchar y reivindicar, se limitaba a salir a la calle en determinadas fechas u ocasiones con una pancarta.

Creímos que el bienestar heredado de vosotros era una conquista vitalicia. Creímos, que comeríamos «a la carta»  toda la vida. Que las duras ya, las habíais sufrido vosotros. Creímos que en el futuro nuestros hijos, tendrían el mundo a sus pies, a golpe de ratón. Creímos en un ascenso imparable, para disfrutar de más comodidades, servicios y, además, antes que nadie.

Nos quisisteis tanto que nos hicisteis débiles. La musculatura de carpetas plastificadas no nos sirve para afrontar la dificultad. Necesitamos prótesis de sinergias, empatías y esos apoyos que vosotros, cuando venían mal dadas, simplemente, llamabais solidaridad, compañerismo y compromiso colectivo.

Pero a nosotros, ebrios de másteres y de titulaciones nos viene grande el papel, de la responsabilidad. Por eso, nos cuesta tanto asumir, este viraje tremendo de la convivencia a nivel mundial, en el que fracasan nuestras reglas egoístas de mirar cada cual por lo suyo y, si se puede, robar al vecino más indefenso.

Desde donde os halléis, bisabuelos, abuelos, padres, si os dierais una vuelta por aquí, os escandalizarían nuestras prisiones gestadas en convenios de poltrona y pérdida de derechos. Sin duda, os indignaría, que seamos tan blandengues y manipulables y que desde el conformismo del «qué le vamos a hacer» y, de la cómoda, no incumbencia, hayamos permitido, que se machacara lo público.

Y vosotros que nos quisisteis tanto regresareis a vuestras tumbas, complacidos de no depender de nosotros, de nuestros putos móviles, de nuestra académica incultura y de nuestra medular, insensatez.

Victoria Trigo Bello

 

Publicado por: Rovica.

un relato

Esta entrada tiene 4 comentarios

    1. Rovica

      Gracias Sonia. Es un escrito de Victoria Trigo Bello, lo leí hace unos días, me impresionó tanto, que decidí compartirlo. Un abrazo grande.

  1. carlos

    Pues lo siento mucho, casi nadie es perfecto, pero detrás de ese terrible error, hay mucho más amor del que jamás nosotros recibimos, pero sabed que todavía estamos vivos. Y coleando!! Un besazo.

    1. Rovica

      Este escrito de Victoria Trigo Bello, llego a mis manos por casualidad. Creo que sus letras reflejan una cruda y dura realidad. Más de una vez he tenido conversaciones con mis abuelos, sobre sus vivencias en una época difícil de su existencia, y créeme que para mí, es motivo de profunda reflexión. Un abrazo amigo Carlos.

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