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  • Última modificación de la entrada:30/04/2018

Hola amig@s lector@s

 Hoy, desde El Rincón de Rovica: Simplemente… Indiferencia. Me he sentido invisible. Me quedé sin voz de tanto gritar, sin fuerzas de tanto luchar por alguien que había dado la guerra por perdida. Sin ganas, de tanto intentar sonreír cuando la tristeza era la única que estaba a mi lado. Aunque lo parezca, no vengo a escupir reproches si no a darte las gracias. Sí, gracias por romperme en dos, por todo el daño que me hiciste, por todas las veces que me hiciste desaparecer sin ni si quiera utilizar un truco de magia, simplemente con tu indiferencia.

Gracias por todas las veces que me sentí invisible frente a un mundo lleno de colores, por todas las veces que fui inferior a todo tu pasado e insignificante en tu futuro. Gracias, por cambiarme todos los planes que tenía y marcharte cuando más te necesité. Gracias, por hacerme fuerte. Por enseñarme que puedo salir de todo lo que me proponga, por hundirme para que me diese cuenta que soy capaz de salir de cualquier pozo de tristeza, por hacerme creer que no valía una mierda para luego descubrir que cada uno vale lo equivalente a lo que se quiere, y claro…es verdad, te quise tanto que olvidé que antes de tí estaba yo, ojala te hubiese olvidado a ti con la misma facilidad que me olvidé de mí cuando empezamos a ser nosotros. Lo peor de todo es que no me di cuenta de ello, no fui consciente que me estaba olvidando de mí, de todo lo que tenía antes.

Pensaba que haciéndote feliz yo también lo sería, pero me daba igual, tú eras feliz y con eso era suficiente. Daba igual si no me apetecía ir a algún sitio, porque tú querías ir, y eso te haría sonreír, o si me apetecía salir y a ti no, daba igual, me quedaba contigo pensando que era mi decisión quedarme, cuando en realidad era la tuya. No sé cómo llegué a pensar que eres tonto, hay que ser muy listo para manipular así a alguien, para que tenga la culpa de todo, para que se piense que está siendo libre cuando hace mucho que perdió la opción de elegir.

Creo que terminó tu juego el día que me di cuenta que una relación no es ir buscando culpables sino soluciones, no es ir dándole la vuelta a las cosas para que siempre fuese yo quien metía la pata. No es que siempre tuviese yo que ir a pedir perdón y al final ya ni sabía por qué motivo me estaba disculpando. No fue solo tu culpa, yo me dejé convencer de que eras tú quien hacía bien las cosas y yo quien no era suficiente para ti. No hay nadie que tenga poder sobre alguien si ese alguien no se deja pisar, y me dejé pisar tantas veces que ya ni si quiera tenía una opinión propia, lo que tú digas cariño, y así, con todo.

Me anulaste, me anulé como persona, ni si quiera me reconocía las pocas veces que me miraba al espejo, y no sabes lo triste que es eso, pasar de reojo por delante de ti misma para no mirarte a los ojos y darte cuenta que esto no está bien, que ya no eres tu quien está ahí, que no te gusta lo que ves, que no eres absolutamente nada, porque has perdido todo lo que fuiste. Y es duro eso de mirarse y no reconocerse. De echarse de menos a uno mismo, de odiar a la persona en la que te has convertido. ¿Qué vas a saber tú de eso, si ni quiera eras capaz parar de escupir reproches cuando veías que ya no podía más? ¿Qué vas a saber tú del amor si hiciste que me olvidase de lo que significaba esa palabra? Que vas a saber tú de mí, si nunca me conociste, simplemente me moldeaste a tu gusto.

Ni si quiera te preocupaste en saber si mi color favorito era el negro o si siempre vestía de él porqué a ti te gustaba. Ni si quiera en saber mi pasado y preocuparte por estar en mi futuro. Ni si quiera en saber si aquella mirada triste era tu culpa, o era el de una persona que había dejado de ser ella hacía mucho. Pero que saldría de todo aquello, porque me pudiste quitar todo, menos el recuerdo. El recuerdo de todo el daño que me hiciste, el daño que hoy me hace fuerte, el daño que nadie más me hará, porque nadie más tendrá el poder de cámbiame si no es para hacerme mejor, nadie tendrá el poder de entrar en mi mente y manejarla a su antojo. Nadie, tendrá el poder de que me olvide de mí para poder quererle. Nadie.

Mundos Divididos

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