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  • Última modificación de la entrada:04/11/2022

 

 

 

Un alfiler y una aguja encontrándose en una cesta de labores y no teniendo nada que hacer, empezaron a reñir, como suele suceder entre gentes ociosas, entablándose la siguiente disputa:

—¿De qué utilidad eres tú? –dijo el alfiler a la aguja–. ¿Y cómo piensas pasar la vida sin cabeza?

—Y a ti –respondió la aguja en tono agudo–, ¿de qué te sirve la cabeza si no tienes ojo?

A lo que el alfiler replicó:

—¿Y de qué te sirve un ojo si siempre tienes algo en él?

De nuevo la aguja contestó:

—Pues yo, con algo en mi ojo, puedo hacer mucho más que tú.

El alfiler contestó airado:

—Sí, pero tu vida será muy corta, pues depende de tu hilo.

Mientras hablaban así el alfiler y la aguja, entró una niña en la habitación deseando coser. Tomó la aguja y echó mano a su labor por algunos momentos pero, tuvo la mala suerte de que se rompiera el ojo de la aguja. Entonces cogió el alfiler, y atándole el hilo a la cabeza procuró acabar su labor pero, tal fue la fuerza empleada que le arrancó la cabeza y, disgustada, lo echó con la aguja en la cesta de la labor y se marchó.

El alfiler y la aguja retomaron su conversación.

—Con que…aquí estamos de nuevo –dijo la aguja–. Parece que el infortunio nos ha hecho comprender nuestra pequeñez; no tenemos ya motivo para reñir.

El alfiler, algo entristecido, respondió:

—¡Como nos asemejamos a los seres humanos, que disputan acerca de sus dones y aptitudes hasta que los pierden, y luego…echados en la cesta como nosotros descubren que nadie es más que nadie!

Moraleja:

A veces nos sentimos superiores a todo los que nos rodean, creemos que no hay nadie mejor que nosotros, que nuestras cualidades y aptitudes sobresale, que somos más listos que nadie. Pero, la vida se encarga de ponernos en nuestro lugar, que no es ni más ni menos que el mismo en el que otras personas están.

 

Autor: Desconocido
Publicado por: Rovica.

Un alfiler y una aguja

Esta entrada tiene 2 comentarios

  1. Buena reflexión, pero disiento en algo contigo amiga Rovica, solo tras la muerte somos iguales, antes no.

    1. Rovica

      Disculpa Marcos, pero no sé a que te refieres en tu última frase: «solo tras la muerte somos iguales, antes no». La moraleja del cuento se refiere a que nadie es mas que nadie. Un abrazo amigo.

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