Decir que alguien es “como un paraguas con agujeros, inútil en la tormenta” es señalar la ineficacia y la ausencia de apoyo cuando más se necesita. Que su presencia no ampara, expone. No protege, abandona. Es la figura fría, insensible e indiferente que convierte lo sencillo en un gran problema y el problema en un auténtico caos.
Que niega ayuda, genera desconcierto y perplejidad, como ese paraguas rasgado que deja pasar la lluvia sin compasión. O como ese caramelo que, a primera vista, parece dulce y atractivo, pero que, al probarlo, revela su acidez extrema y su sabor amargo insoportable. Traicionando las expectativas y que, en vez de placer, deja una amarga e inesperada decepción.
Rovica.


