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  • Última modificación de la entrada:14/04/2018

Hola amig@s lector@s

Hoy, desde El Rincón de Rovica: Primero por mi… Por mí primero. Hace algun tiempo, cuando todo estaba oscuro, yo no podía creerme que en algún punto concreto volvería a salir el sol en mi vida. Era incapaz de confiar en los que me decían que el daño siempre termina por difuminarse tras la cortina invisible de los proyectos futuros. No sabía que volvería a sentarme a escribir una mañana de domingo y me saldrían palabras sin rabia. Que dejaría de romper lapiceros en la última letra de un nombre y los sustituiría por los de las personas que me quieren.

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Yo viví el amor de una forma pasional. Como devastador fue el dolor en el que se transformó su ausencia. Y, aunque durante algún tiempo me sentí perdida en mis propios pensamientos y abandonada por la suerte, después comprendí que llorar es tan necesario como reír, como besar, como abrazar y perdonar.

Por todas esas fases tuve que pasar antes de enamorarme nuevamente; descubrir en una persona que antes no veía, la felicidad y tranquilidad más plena, y sonreír pensando en los planes que estaban por llegar, los viajes que me quedaban por organizar y las maletas que llenaría de ilusiones nuevas. Esa persona era yo misma, mirándome por primera vez en un espejo más benevolente y justo del que había usado hasta ahora, un espejo que me decía que no tenía por qué consentir ni un solo desprecio, que no tenía que dar todo de mí cuando lo que recibía eran migajas, que yo me merecía mucho… ¡Me lo merecía todo!  Y no pensaba conformarme nunca más con menos de eso.

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El amor a los demás me hizo perdonar y el amor propio me hizo no olvidar lo que no quería que volviera a repetirse jamás. Y así, bajo el sol de mayo, el frío de diciembre y el aire aventurero de octubre, se me fueron cerraron las heridas que me hice en guerras absurdas y luchas de egos con la persona con la que se supone que, debería haber sembrado amor sin ruinas. Me curé, se convirtieron las heridas en las cicatrices, las que sanaron poco a poco gracias a la valentía de decir adiós a la toxicidad y la deslealtad… Y hoy, soy una persona que solo se ata a la vida, que no sabe si el amor volverá a llamar a su puerta vestido de ilusiones nuevas, pero que sabe identificar con precisión lo que no tolerará de nuevo y lo que no consentirá jamás.

Puede que sí, que me enamore y vuelva a darlo todo por alguien, pero hago una promesa, nunca me olvidaré nuevamente de quererme a mí misma.

 La mirada de Julita.
Pídeme lo que quieras
Ilustrado por: Rovica
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Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. María Claudia Elía

    Un aprendizaje que todos debemos obtener en algún momento de nuestra vida. Si no lo aprendieras en la primera vez, seguiras colgada de los dobladillos de pañuelos…

    1. Rovica

      Las personas vamos cambiando y evolucionando a medida de lo que vivimos en cada momento ¿Qué es la vida sin esos cambios…? Buenos o malos, al final, todo sirve si aprendes, maduras, creces y evolucionas sumando o restando cosas de tu vida… Muchas gracias Claudia. Te envío un abrazo con cariño querida amiga.

  2. Cambiamos pero es el ADn y el alma, por encima de todo, quien hace ser como somos.
    Saludos, Rovica

    1. Rovica

      Exacto Enrique el ADN perdura en nosotros hasta el final y el alma hasta el infinito y más allá. Es como muy bien dices, lo que nos hace ser. Feliz finde. Un abrazo amigo.

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